Desde el punto de vista histórico, la palabra personalidad deriva del término griego persona, que originalmente representaba la máscara utilizada por los actores de teatro. La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas, que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar, y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Millon y Davis comentan que estos rasgos surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y aprendizajes y, comprenden el patrón de percibir, sentir, pensar, afrontar y comportarse de un individuo. La personalidad es el resultado de una serie de operaciones mentales: construir la imagen de uno mismo, dar significado al mundo, actuar, relacionarse con los demás, encontrar soluciones a problemas planteados por el entorno. Según Dimaggio y Semarari, los mecanismos dedicados a estas operaciones pueden funcionar incorrectamente. Cuando la disfunción se extiende a varias áreas de la vida social e interna, asume la forma de trastorno de la personalidad.
John M. Oldham considera que la conducta humana es la que puede utilizarse como la medida más observable y medible de la personalidad. A fin de cuentas, somos lo que hacemos. Es más fácil entender el "qué" que el "porqué" de la personalidad y cada uno de nosotros tiene un tipo de personalidad que es único e irrepetible, casi como una huella dactilar. En diferentes grados, el temperamento heredado, que varía mucho de un individuo a otro, determina el comportamiento de los recién nacidos, ya sean nerviosos o tranquilos. A este factor se añaden las influencias del modelado provenientes de las personas que nos cuidan, de la familia y del ambiente. Según Oldham, este proceso es bidireccional; el comportamiento "innato" del lactante puede provocar una serie de conductas en los padres y en otras personas que cuidan al niño, conductas, que a su vez, refuerzan el comportamiento del pequeño. Los lactantes tranquilos y felices pueden provocar en los adultos comportamientos de ternura, protección y cuidado; por el contrario, los lactantes irritables pueden provocar en los padres conductas caracterizadas por la negligencia y la impaciencia.
De acuerdo con la investigación y los hallazgos clínicos, se espera que un trastorno de personalidad tenga un impacto serio en la mayor parte de las esferas de la vida de una persona, incluyendo el comportamiento en el trabajo, en la escuela, interacción con compañeros y familia y funcionamiento cognitivo y emocional, que se refleja en su sentido de sí mismo y de otros y en su relación con la realidad en general